Supongo que si empiezo a hablar de que yo tengo un jefe que es completamente insoportable, que apenas trabaja mientras tú estás con la lengua fuera porque no llegas a todas tus tareas, que sin embargo pese a no rascarla cobra el doble que tú y que encima te trata con un lenguaje que no es precisamente el más educado del mundo, muchos de vosotros que me estáis leyendo os sentiréis identificados con esto. Yo acabé desquiciada los primeros años así. De hecho, muchas de las noches me volvía a mi casa con un fuerte dolor de cabeza por culpa de sus gritos, ya que siempre se queja cada vez que tiene que trabajar, como si fuese algo excepcional. Una de esas veces llegué a la conclusión de que tenía que hacer algo, ya que la solución no era tomarse un ibuprofeno al final de cada jornada para poder dormir sin que me estallase la cabeza. Yo decidí acudir a relajarme a través de los masajes del Centro de Quiromasaje y Bienestar de Marbella, en Málaga.