En muchas ocasiones, las personas pensamos que vamos a ser capaces de solucionar situaciones delicadas que nos ocurren a lo largo de nuestra vida, por nuestra propia cuenta. La realidad es que, en la mayoría de los casos, para no lamentarnos necesitaremos la ayuda de un profesional que reconduzca la situación y vele por nuestros intereses personales. Lo que pensamos que es de sentido común puede que no esté recogido tal y como esperamos en las leyes, y hacer un mal planteamiento, no cumplir los plazos, y no tener experiencia puede jugarnos muy malas pasadas. Algo que puede resultar relativamente sencillo para un profesional para nosotros puede convertirse en un problema cada vez más gordo y en caso de reclamaciones, aunque seamos las víctimas, salir doblemente perjudicado.
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