La provincia de Valencia es un destino que combina historia, cultura, naturaleza y una oferta gastronómica inigualable. Ubicada en la costa este de España, a orillas del mar Mediterráneo, esta región cuenta con un clima privilegiado que permite disfrutar de sus encantos durante todo el año. Desde su vibrante capital hasta los pequeños pueblos del interior, Valencia ofrece una diversidad de paisajes y experiencias que conquistan a quienes la visitan.
La ciudad de Valencia, corazón de la provincia, es un punto de referencia tanto a nivel nacional como internacional. Su casco histórico está lleno de joyas arquitectónicas, como la imponente Catedral, donde se dice que se encuentra el Santo Cáliz, y la Lonja de la Seda, un magnífico ejemplo del gótico civil, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pasear por sus estrechas calles es un viaje al pasado, donde la huella de diferentes civilizaciones, desde los romanos hasta los árabes, sigue presente en cada rincón.
Uno de los mayores atractivos de la provincia es su litoral, con kilómetros de playas de arena fina y aguas cristalinas que invitan al descanso y al disfrute del sol. Desde la popular Malvarrosa hasta las más tranquilas en la zona de Gandía o Cullera, cada playa tiene su propio encanto y personalidad. Además, el Parque Natural de la Albufera, un paraíso de lagunas y arrozales, es el lugar ideal para contemplar la belleza de la naturaleza y degustar un auténtico plato de paella, elaborado con los ingredientes tradicionales de la región.
Pero Valencia no solo es mar, sino también montaña y naturaleza en estado puro. En el interior de la provincia, los paisajes cambian radicalmente y aparecen bosques frondosos, ríos de aguas cristalinas y pueblos con un gran valor histórico y cultural. Chelva y su ruta del agua, Chulilla con sus espectaculares cañones o Requena y Utiel, conocidas por su tradición vinícola, son solo algunos de los lugares que ofrecen una visión diferente y menos explorada de la provincia.
Las fiestas y tradiciones forman parte esencial de la identidad valenciana y, en este aspecto, las Fallas, declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, son la expresión máxima del arte efímero y la cultura festiva de la región. Cada marzo, las calles se llenan de monumentos gigantes, luces, petardos y música, en una celebración que culmina con la cremà, donde las fallas arden en una noche de fuego y emoción. Además de esta festividad, la provincia acoge numerosas celebraciones locales, como la Tomatina de Buñol, una de las fiestas más famosas y singulares del mundo, o la Semana Santa Marinera, que se vive con especial fervor en los barrios costeros de la capital.
No se puede hablar de Valencia sin mencionar su exquisita gastronomía, tal y como nos cuentan los amables hosteleros de La canal de Salem, quienes nos recuerdan que la paella es el plato estrella, pero la cocina valenciana va mucho más allá. El all i pebre, un guiso de anguila típico de la Albufera, la fideuà, que sustituye el arroz por fideos en un plato similar a la paella, y los dulces como los buñuelos de calabaza o la horchata con fartons son solo algunas de las delicias que conquistan el paladar de quienes visitan la región. Además, los vinos de la zona, especialmente los de la Denominación de Origen Utiel-Requena, han ganado prestigio en los últimos años y son el complemento perfecto para cualquier comida.
El dinamismo cultural de Valencia es otro de sus atractivos. La Ciudad de las Artes y las Ciencias, con su arquitectura futurista, alberga museos, un acuario y un planetario, convirtiéndose en un espacio donde el conocimiento y el entretenimiento se combinan a la perfección. Además, el Palau de les Arts es un referente en la ópera y la música clásica, mientras que la oferta de teatros, galerías de arte y festivales garantiza que siempre haya algo interesante por descubrir.
Además de la provincia de Valencia, ¿qué otros encantos esconde la Comunidad Valenciana?
La Comunidad Valenciana es una región llena de contrastes y rincones sorprendentes que van más allá de la provincia de Valencia. Castellón y Alicante, las otras dos provincias que conforman este territorio, ofrecen una riqueza paisajística, cultural y gastronómica que cautiva a quienes las visitan. Desde playas paradisíacas hasta montañas imponentes, pasando por ciudades con siglos de historia y pueblos con tradiciones únicas, esta comunidad es un destino que nunca deja de asombrar.
En el norte, la provincia de Castellón es una joya por descubrir. Sus más de 100 kilómetros de costa, conocidos como la Costa del Azahar, albergan playas y calas de gran belleza, muchas de ellas poco masificadas. Peñíscola es uno de sus lugares más emblemáticos, con su imponente castillo del Papa Luna, que parece flotar sobre el mar. Este pueblo de casas blancas y calles empedradas ha sido escenario de numerosas producciones cinematográficas y televisivas, gracias a su inconfundible silueta medieval. Pero Castellón no es solo mar, también es montaña y naturaleza en estado puro. El Parque Natural de la Sierra de Espadán y el Penyagolosa, el pico más alto de la comunidad, son lugares ideales para los amantes del senderismo y la aventura.
Alicante, en el sur, es sinónimo de sol y mar. Su Costa Blanca es uno de los destinos turísticos más importantes de España, con playas de aguas cristalinas y pueblos con un encanto mediterráneo inigualable. Jávea, Altea o Calpe, con su imponente Peñón de Ifach, son algunos de los enclaves más bellos de la costa alicantina. Pero Alicante no se limita a sus playas. En su interior, las montañas esconden pueblos con un carácter único, como Guadalest, un pequeño tesoro colgado sobre un acantilado, o Bocairent, con sus casas excavadas en la roca. La ciudad de Alicante, con su castillo de Santa Bárbara dominando la bahía, su paseo marítimo y su animado ambiente, es un lugar perfecto para disfrutar de la esencia mediterránea.