Muchas veces, por ahorrar, damos a nuestros empleados más tareas de las que en un principio tenían asignadas e incluso más tareas de las que moralmente deberían hacer y no hablo de darles el trabajo de dos personas, porque eso me parece denigrante, hablo de otro tipo de quehaceres.
Yo soy de los que opina que si le das a una sola persona el trabajo de dos es que eres el ser más ruin que hay sobre la tierra por una sencilla razón: si hay trabajo para dos es porque ganas el doble por lo que puedes permitirte tener un empleado más y si no lo contratas en pro de tus beneficios y a costa de la salud de tus trabajadores actuales es que no eres un buen jefe, así de simple.
Sin embargo, aunque nunca he caído en ese tema porque siempre he tenido las ideas muy claras, sí he caído en otros errores que me han demostrado que ahorrar a costa de otras personas nunca trae buenos momentos.
Más de un trabajo por empleado
Personalmente he visto a jefes dando tareas administrativas a técnicos informáticos por falta de personal, y tareas de recepción a algún empleado al que sitúa cerca de la puerta con el fin de ahorrarse un sueldo más o tener que contratar a una tercera empresa que supla esta carencia y yo hice algo parecido con el tema de la limpieza. Todos los días, tras acabar la jornada laboral, mis empleados dedicaban unos 5 minutos a revisar su mesa y los viernes, en cuanto llegaba la hora de ir a casa, se establecieron unos turnos para que cada semana tres trabajadores se quedaran media hora más a limpiar la oficina. No era mucho lo que tenían que hacer: barrer y fregar el suelo y quitar un poco el polvo y, como hablamos de una oficina pequeña, el trabajo estaba hecho en menos de media hora y nos ahorrábamos la empresa de limpieza. A mí, al principio, me parecía un buen plan, incluso a algunos de mis empleados.
Conforme fueron pasando las semanas y los meses, los empleados que tenían turno de limpieza los viernes llegaban al trabajo cansados, desganados e incluso enfadados y cuando llegaba la hora de irse a casa y veían marchas a sus compañeros mientras ellos debían coger la escoba sus caras se tornaban grises. Era media hora, nada más, pero ese es tiempo más que suficiente para que se te fastidie el día.
Primero fueron unos pocos en quejarse, luego todos los demás, y poco a poco veía que “el buen rollo” que tenían conmigo se iba perdiendo y llegaban a mis oídos comentarios como “soy administrativa, no chacha”, o “he estudiado para ser ingeniero de telecomunicaciones, no para limpiar la mierda de otros” y cosas parecidas.
No os llevéis las manos a la cabeza pensado que mis empleados tienen algo en contra del trabajo de limpieza o en contra de las personas que se dedican profesionalmente a limpiar, porque no se trata de eso. De lo que se trata es de que estaban contratados para ofrecer un trabajo y yo les pedía otro además por el que no cobraban nada y no era justo, a pesar de que media hora de tiempo no es mucho a la vista de los demás la realidad es que nadie tiene derecho a arrebatarte ni 10 minutos. tened en cuenta que ninguno de ellos es «El Limpiador» de la película de Adrián Saba (los que la hayáis visto ya sabéis a qué me refiero).
Hace tres meses que contrate a Gadeslimp, una empresa de servicios de limpieza en Cádiz que nos da su servicio una vez por semana y deja todo reluciente. El gasto no es tanto como yo pensaba en un primer momento y los beneficios son muchos: empleados más contentos y la satisfacción de saber que estoy haciendo las cosas bien.
Como consejo os diré que a pesar de que, normalmente, todos estamos dispuestos a arrimar el hombro cuando hace falta (empleados y directivos), la realidad es que pasado un tiempo a todo el mundo le pesa hacer trabajo de más, aunque sólo sean unas horas al día, y no merece la pena ahorrarte unos míseros 200 euros/mes si vas a tener a toda la plantilla en tu contra y, además, con razón.