No sería la primera vez que un joven prometedor que está haciendo una labor encomiable en su puesto de trabajo asciende por un golpe de suerte y empieza a meter la pata hasta el fondo de una manera tan apabullante que el despido se hace patente en cuestión de meses. ¿Pensáis que es por qué de repente se ha vuelto inepto y no sabe desempeñar el nuevo roll? Para nada. Sigue siendo el mismo chico que antes se dejaba la vida sacando un trabajo impoluto pero, con la salvedad, de que ahora tiene que tomar ciertas decisiones para las que no ha sido preparado.
No voy a decir que esto pase muy a menudo, ni mucho menos, pero es más común de lo que parece. Normalmente, cuando un gran trabajador asciende lentamente en su empleo hasta lograr un alto cargo ha ido empapándose de las acciones de sus superiores durante muchos años y ha aprendido todo poco a poco, pero cuando es una nueva promesa la que da el salto en un corto espacio de tiempo se ve de repente ante tomas de decisiones y problemas que no sabe cómo solventar, los nervios y la ansiedad hacen el resto.
Sin embargo, yo no soy de las que piensa que ese joven no puede desempeñar el cargo porque, probablemente, para ponerlo en ese puesto, alguien se ha fijado en él y en el trabajo que realiza lo que me hace suponer que es apto para la dirección. Lo que yo pienso es que necesita una formación a marcha forzada que en otro caso habría ido aprendiendo poco a poco.
Primera lección: Menos es más
Recuerdo un caso concreto que a día de hoy aún me enternece enormemente. Un joven de 27 años paso de ser un empleado más en una gran agencia de comunicación y publicidad, a llevar uno de los departamentos, el de las pyme. Si bien es verdad que era uno de los departamentos con menos presupuesto y con las campañas más pequeñas, la realidad es que la agencia tenía 15 campañas publicitarias pequeñas de pymes por cada campaña millonaria y el joven se vio sobrepasado en pocos días.
Uno de los primeros pasos que quiso dar fue para una campaña de una empresa de mantenimiento informático que buscaba promocionarse a nivel empresarial en toda la provincia. El joven quiso hacerla aparecer en todos los diarios locales y provinciales e incluso montar una pequeña campaña de marketing de guerrilla, algo que en otras circunstancias habría funcionado pero, obviamente, no en esta. El motivo es muy sencillo, tanto el marketing de guerrilla como los anuncios impresos en diarios locales se lanzan para todo tipo de público, y a cuanta más gente llegue mejor, pero esta empresa sólo estaba interesada en el sector empresarial así que ¿para qué gastar esa cantidad de dinero en llegar a tal cantidad de población que luego no iba a contratar sus servicios? Era mucho mejor centrarse en el cliente potencial y dejar de lado al resto.
Le recomendé una campaña de marketing online centrada, básicamente, en el posicionamiento. Por eso le recomendé que se pusiera en contacto con esta empresa de posicionamiento seo en Barcelona para que posicionara la web de la empresa de mantenimiento informático en Google bajo criterios como “mantenimiento informático para empresas en Elche” o “servicios informáticos en Elche”. De este modo, cuando una empresa necesitara de sus servicios y buscase en Google, aparecerían en los primeros puestos y serían una de las empresas a las que, probablemente, pedirían presupuesto. También le recomendé que patrocinaran algún tipo de programa de tv o radio de economía y empresas porque ahí sí que había cierta seguridad de que el público que recibirá el anuncio sería el mismo que al que nos interesa llegar. Al final contrataron una promoción con teleelx.es y esperaron a ver resultados.
En menos de dos meses me llamó por teléfono para darme las gracias. La campaña había sido todo un éxito y los directivos de la agencia estaban tan contentos con él que no habían dejado de darle nuevas campañas y el departamento estaba creciendo a pasos agigantados. Aprendió, según sus propias palabras, que hay que centrar el disparo y ahorrar recursos innecesarios y que no hay que dejarse llevar por la emoción o las ganas de hacer algo bien porque no es necesario que sea inmenso para que sea bueno.
Aún tengo contacto con ese chico y de vez en cuando me recuerda que fui la única que le enseñó a pensar dentro del roll que le había tocado llevar como jefe de departamento, un puesto para el que nadie le había formado.