Uno de los problemas más graves de los que hace gala la sociedad actual es el que está relacionado con la contaminación acústica en las grandes ciudades. Hay tanta gente en estos espacios que los sonidos de los coches, las aglomeraciones, los aviones y los trenes están a la orden del día y han visto aumentada su potencia. Es algo a lo que, tristemente, nos estamos empezando a acostumbrar. Sigue existiendo un éxodo de las zonas menos habitadas a las grandes ciudades y eso se nota. Y no precisamente para bien.
Han sido muchos los organismos y asociaciones que han denunciado los problemas que ocasiona un asunto como la contaminación acústica desde hace años en algunos puntos de nuestra geografía. Madrid y Barcelona son, por motivos obvios, los centros de población que más la sufren, pero los organismos públicos locales apenas han mostrado interés en resolver o acotar de alguna manera algunos de los efectos más perjudiciales de este asunto. Ni que decir tiene que no es fácil hacer frente a un enemigo así, pero lo que está claro es que no es posible mantener a la población expuesta de manera constante a estos volúmenes de contaminación acústica.
Un artículo publicado en la web de Ecologistas en Acción hace un compendio de cuestiones que son consecuencia de la contaminación acústica que se genera en alguna de nuestras grandes ciudades: malestar, estrés, pérdida de la atención, dificultad en la comunicación, trastornos del sueño, pérdida de oído, retraso escolar, conductas agresivas, dificultad de convivencia, accidentes laborales, pérdidas de valor de los inmuebles, retraso económico y social, trastornos del sueño… y un largo etcétera. Como veis, no hay nada de positivo en que haya contaminación acústica en un lugar. Por ende, es necesario resolver el problema de alguna manera… aunque sea sin la ayuda de las autoridades públicas.
Hemos querido saber cómo está la situación en el resto de Europa para poder saber exactamente en qué posición está nuestro país. Para ello, hemos recurrido a la página web www.tiempo.com, que, en un mapa, pone de manifiesto cuáles son los puntos más conflictivos a este respecto. Vemos cómo Italia o Luxemburgo son los dos países con más problemas en este sentido, mientras que lugares como el suroeste de Alemania, prácticamente toda Inglaterra o Bélgica tienen verdaderos problemas en lo que tiene que ver con este modelo de contaminación. España, mientras tanto, se sitúa en una posición intermedia, con problemas en determinados núcleos de población, como ya os hemos comentado.
¿En qué afecta esto a la relación entre un jefe y sus empleados?
Ya hemos hablado de algunos de los problemas que ocasiona el simple hecho de estar expuestos a la contaminación acústica. Esos problemas se trasladan a todos los ámbitos de nuestra vida, no solo al punto de vista personal o familiar. Y es que esa contaminación acústica también nos puede provocar serios problemas en el trabajo. Si nuestra oficina o nuestro centro de trabajo se encuentra en un lugar que se caracteriza por la cantidad de ruido al que está expuesto, podemos tener un problema de eficiencia y productividad.
Está más que demostrado que el exceso de ruido afecta a la rapidez con la que un trabajador desempeña su trabajo. Y da exactamente igual que sea el trabajador más productivo que tenemos a nuestra disposición. El ruido es uno de los peores enemigos de la productividad y, precisamente por eso, el empleador tiene la necesidad de ponerle coto a ese problema. Esta es la razón principal por la que está creciendo la cantidad de empresas que están dotando a sus instalaciones de ventanas que garanticen un mejor aislamiento acústico. Se trata de un dato que nos ha sido ofrecido por los profesionales de Replus, expertos en ventanas PVC Passivhaus.
Una inversión en salud… y en motivación
Cuando un trabajador se da cuenta de que su responsable se preocupa por hacer de su trabajo algo más fácil y, por ende, por su salud, es cuando se siente más motivado. Por eso, que alguien que se encuentre al mando de una empresa o de un departamento de la misma decide actuar para paliar los efectos del exceso de ruido, automáticamente aumenta la productividad. Y lo hace por dos razones: porque se trabaja mejor y porque estamos mucho más comprometidos con la causa.
Lo cierto es que, en España, es necesario que las empresas tengan más en cuenta asuntos como del que nos estamos haciendo eco en este artículo. Tenemos uno de los índices más grandes de estrés y desmotivación en el trabajo y, desde luego, una de las razones está relacionada con la falta, por parte de los empleadores, de estímulos para los trabajadores. Esos estímulos no tienen que ser necesariamente económicos. Con que mejoren su jornada laboral, es más que suficiente.