A veces pasamos por momentos vitales clave, momentos complicados que si nos paramos a escuchar con detenimiento pueden ser una verdadera oportunidad de cambio y transformación.
La historia de mi amiga Emma es una de esas historias. Emma trabajaba como Psicóloga en una clínica y le gustaba su profesión, tenía un especial interés por la Medicina Oriental y muchas de las técnicas de sistemas médicos tradicionales de curación. Siempre que podía acudía a cursos o talleres para aprender.
Desde siempre, Emma tenía una especial fascinación por la cultura japonesa, una especie de fijación sin un sentido claro aparente, una especie de magnetismo irracional e inevitable que le hacía rodearse de Japón incluso viviendo en el barrio más madrileño que te puedes imaginar.
Así era Emma una andaluza con uno de esos acentos marcados y graciosos enamorada de la cultura oriental. De entre todo, le apasionaba el Zen y, especialmente el Arte Floral japonés.
Todo cambió para Emma desde que trató a una paciente con un agudo trastorno de ansiedad. De algún modo, al tratar a esta paciente Emma fue consciente de lo mucho que nuestros miedos nos limitan, en algunas ocasiones, a lanzarnos a hacer aquello que realmente nos gusta.
Muchas veces esa agradable sensación de la llamada “Confort Zone” parece asegurarnos que todo va a seguir así, en esa predecible rutina que nos ofrece tranquilidad y estabilidad. Sin embargo, hay quienes empiezan a sentir una especia de vértigo de deseo irrefrenable que les hace olvidar la tan ansiada seguridad de esa zona de confort.
Emma se dio cuenta de que ella aún no padecía los síntomas de su paciente, quizás porque sabía gestionar sus emociones de otra forma, pero se encontraba en un lugar muy parecido, un lugar en el que el día a día se había convertido en rutina y en el que el miedo a no conseguir lo que quería le hacía poner una y otra excusa a hacer lo que verdaderamente quería hacer.
Finalmente, Emma decidió seguir ese deseo interno que era incapaz de acallar. De hecho, lo siguió hasta el final, hasta Japón.
Emma decidió lanzarse, apostar por ella misma y sí, vivir en total incertidumbre, pero en una incertidumbre en la que había acabado consiguiendo confiar y apostar por ella misma.
Ikebana, el Arte Floral Japonés perfecto para relajarse
Encontró una pequeña casita con ese estilo japonés de muebles bajos que tanto le gustaba y un pequeño jardín lleno de bambús. Había decidido quedarse en Okinawa para asistir a un curso de Ikebana.
Se conoce por Ikabana a una disciplina que data del Siglo XV y que era utilizada por los monjes japoneses como técnica de relajación, meditación y deleite.
El Ikabane es el arte de realizar arreglos florales. En el Ikebana se utilizan flores cortadas, ramas, hojas, semillas y frutos que, aunque se conservan en agua, tienen los días contados como otras artes japonesas, es una disciplina efímera. Esa fecha de caducidad hace que cada composición sirva para hacer un acto de reflexión sobre el paso de tiempo.
Emma aprendió esta técnica con todo detalle mientras estuvo en Okinawa, tenía una idea muy clara de lo que quería hacer cuando volviera a Madrid. Había elaborado un concienzudo estudio de mercado y había detectado mucho interés por la cultura japonesa y más por los arreglos florales como método de meditación y relajación.
Por otra parte, una floristería es uno de los negocios más rentables y seguros que hay en el mercado, y es que, aunque las flores son un artículo de lujo, en realidad no lo son tanto. Y esto lo demuestra que desde la crisis las ventas de las floristerías no han dejado de aumentar.
Se trata de un sector que siempre ha funcionado bien, aunque requiere dar con la ubicación adecuada para nuestro local.
Con esto en mente, Emma no dudó en recurrir a los servicios de una Agencia Inmobiliaria de confianza que conocía porque era con la que había trabajado su hermana, se trataba de Area Asesores, una empresa dedicada al asesoramiento y consultoría inmobiliaria, especialmente para empresas, logística, oficina, retail.
Desarrollan servicios de agencia, consultoría e inversión, suelo y proyectos llave en mano y gestión de inmuebles.
La Agencia ayudó a Emma a encontrar un local perfecto para su negocio teniendo en cuenta las exigencias de este tipo de negocios. Y es que toda floristería precisa de un muy buen servicio de iluminación, así como de un servicio de agua, ambos vitales para el mantenimiento de las flores que deben venderse y verse frescas en todo momento.
Parece mentira que tan solo le separaba un año de esa otra mujer, esa otra que no era dueña de su tiempo ni de sus sueños.